lunes, 22 de julio de 2013

Madrugada

Silencio, espacio vacio, suelo frio, en el que sigo tumbándome como medida clara al castigo, al ahogo de estar dentro de estas, mis paredes.
Esquinas; polvorientas y marchitas, incoscientes de que son unión de mis cuatro carceleros, que juegan a ahogarme, hasta que con forma de suspiro salgo de mi cuerpo.
Ventanas; amplias y simples, que con un atisbo de indiferencia observan todo mi mundo, que se me escapa ante mi impotencia al no poder abrirlas.





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