domingo, 2 de diciembre de 2012

Reflejo de una mente decadente

No puedo describir exactamente como me siento, como estoy, ni que pienso... esto le ha dado la vuelta a mi universo, ha cambiado todo, estoy hasta planteándome como seguiré adelante, sin motivaciones... aun siendo así sé que en este instante la única manera de llenar el vacio que se me ha quedado es, ni más ni menos, que tomar un café con la causa, saber más sobre ella; tanto que acabara sin dudas, sin lagunas. Pero esto se me escapó de las manos hace mucho, y mi principal problema fue insistir aun sabiendo el resultado. Creí conocer lo que pasaba pero aun así me cree mi pantalla de negatividad. Porque si me hubiera presentado de la mano de la confianza, señores mios, me habría estrellado contra la pared de los hechos, y al menos en esta ocasión la pared estaba algo acolchada. No con esto pretendo decir que lo llevo todo bien, y que estoy de la misma manera. De hecho pensé que dolería mucho menos aun esperándomelo...
Ayer, yo en mi cama, con un viento que hacía ruido para que le tuviera en cuenta, empapado en angustia y rabia no pude, en horas de pseudorreflexión  razonar de manera clara ni un ápice de ayer tarde... porque estoy seguro de que mi instinto, inteligente o al menos atento, intentó que me olvidara de todo esto, pero por nada del mundo, mi "yo cabezón" lo permitiría, porque nunca he sentido tanto. Cierto que no fueron sensaciones de felicidad o de alegria. Ni siquiera un poco. Pero descubrí de manera rápida y seca, un sentimiento no nuevo para mi en general, pero en este campo desconocido... se trata ni más ni menos que de la decepción. Algo... no sé... lo describiría de alguna manera, pero al pensar en ello, ahora y durante bastante tiempo, me vendrá a la mente una plaza y frío.
Hubo un tiempo en el que soñé con otro universo, pequeño, privado, algo meramente imaginario e imposible, pero ansiado. Despues de ayer me dí cuenta de que cualquier tarde, pasada contigo ha sido como un pequeño viaje a historias pasadas y a lugares que no conocía... en resumen; a otro universo.
Tanto se extiende un simple recordatorio de este 1 de diciembre que parece que ese día fueron semanas, meses, años... ni siquiera duró tres horas, pero echó abajo años de expectativas y visiones de futuro, que, recordaré con una sonrisa en la boca y con una lágrima en la mejilla.
Ahora veo que las palabras, escritas, y habladas, son falacias... solo las situaciones y los hechos  hablan, sin que las torpes palabras de un torpe chico de 16 años puedan intentar cambiar algo que por las situaciones y los hechos ha sido establecido sin ni siquiera haber usado un punto de apoyo subjetivo.
Porque sentir no es fiable, ¿Verdad que no?
Pero al final de esta... historia,  esta mente decadente sabe lo que siente ahora; un miedo que se pega. Un miedo al cambio.