lunes, 22 de julio de 2013

Pesadilla

Ando por un camino oscuro, sin saber mi rumbo. Encuentro a personas de frente, y las esquivo. La gente que va en mi dirección se tapa la cara. Puedo sentir el olor a putrefacto del viento, que arrastra un sonido de gritos lejanos que consigue erizarme el vello y hacerme replantear la dirección correcta del camino. Pero sigo adelante, y me tropiezo. Me levanto. Me tropiezo. Dos veces con la misma piedra, y me levanto. La gente que no sigue mi sentido va más rápido y empiezan a chocar contra mi. Pasan a ser entes borrosos que parecen dibujar un sonrisa mientras yo sigo avanzando lenta y costosamente con cada vez más viento en mi contra y más gritos, más altos y más agudos. El oído ahora me falla. No distingo nada más que el sordo sonido de mis propios pies arrastrándose por el suelo. Las personas que seguían mi dirección me adelantan. Me quedo atrás. Las piernas me flaquean y me duelen. No quieren seguir adelante, pero yo sé que tengo que seguir y al caer al suelo me arrastro con brazos y manos. El viento no sopla tan abajo. Solo hay silencio y una masa que se aleja de mi más y más rápido. Estoy solo en un camino oscuro que se inclina y empieza a tener cada vez más y más pendiente.
Los brazos están desgarrados, y el dolor de las piernas empieza a cesar poco a poco... La oscuridad se empieza a volver una blanca luz que me ciega. Dejo de sentir... Despierto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario